El proyecto de desarrollo urbano Nolistra surge como una colorida isla urbana, y ofrece un contrapunto con la horizontalidad de los paisajes de Neudorf, Estrasburgo. El nuevo complejo está ubicado entre el cementerio de Saint-Urbain y el Parc de l’Étoile, bordeado por la amplia avenida Jean Jaurès y por la ruta E52. A escala regional, constituye uno de los desarrollos más grandes de la zona de Deux Rives. A escala local, el proyecto reactiva un importante vínculo entre el centro de la ciudad y el barrio de Neudorf.
El conjunto se articula a partir de ocho edificios que constituyen un programa mixto de más de 21.500 m². Seis de ellos, incluyendo una torre de 18 pisos, cuentan con un total de 178 viviendas. Los otros dos albergan 2.756 m² destinados a oficinas y un hotel de 4.860 m² respectivamente. Asimismo, el programa se complementa con 2.269 m² destinados a ocho tiendas de alimentos y restaurantes, con un gran jardín en el centro del proyecto y doscientas once cocheras en el subsuelo.
Desde el centro de la ciudad, Nolistra parece ser un conjunto autónomo, mientras que desde Neudorf se lo percibe como una continuidad. Desde la E52, aparece como transición entre la escala suburbana y la ciudad. A escala barrial, los ocho volúmenes componen la nueva fachada habitada de la Rue de Vienne y aparecen como fragmentos entre las copas de los árboles del Parc de L’Étoile.
El proyecto aprovecha su condición de relativo aislamiento para consolidar su propia identidad. La oferta programática amplia y autónoma que ofrece lo vuelve un sitio atractivo para vivir, trabajar y para el turismo urbano. Las tiendas, distribuidas en torno al jardín, generan gran movimiento de gente durante el día.
La vegetación ocupa un rol central en el diseño. Por ello, todas las terrazas de la cubierta y el jardín cuentan con plantas y césped. Además de maximizar la retención de agua, esto permite restablecer continuidad con los espacios verdes adyacentes del cementerio y el parque. Por otra parte, el jardín cuenta con caminos que conectan la calle con el interior del proyecto y conducen hacia los accesos de los edificios y las tiendas.
Las viviendas se ofrecen como “propiedades de dominio absoluto”, lo que significa que el comprador es el único propietario; como “propiedad compartida”, donde el comprador paga y es dueño de un porcentaje de la vivienda, mientras que el resto es financiado por alguna entidad; o como vivienda social.
La disposición estratégica de los volúmenes construidos permite aprovechar las vistas del Parc de l’Étoile, del centro de la ciudad y de la periferia urbana. Las unidades cuentan en su mayoría con galerías interiores que operan como interfaces entre el interior del edificio y el exterior. A su vez, pueden configurarse de diversas maneras según lo requiera cada usuario.
Las ventanas proveen de luz natural a las unidades. Su repetición en las fachadas brinda mayor unidad al conjunto y permite integrarlo a la arquitectura histórica de Estrasburgo. Los elementos constructivos también se repiten deliberadamente, de modo de darle al conjunto un aspecto neutral. Así, no es posible saber a simple vista quién vive detrás de los muros ni qué programas conviven allí.
Si la disposición de los elementos tiende a la neutralidad, el uso del color se vincula a la identidad. En las viviendas, el color actúa como fondo de la vida cotidiana, acompañando las interacciones sociales cotidianas entre los habitantes y los transeúntes. Los accesos, los pasillos, las galerías interiores y el resto de los espacios comunes fueron pintados del mismo color de la fachada del edificio al que pertenecen, para contribuir a la diferenciación de cada bloque.
A escala urbana, los colores se articulan con elementos de las construcciones vecinas y dotan de carácter a cada edificio. El marrón del hotel remite a los edificios históricos de la ciudad; el amarillo pastel se encuentra en el nuevo centro histórico; el rosa remite a las fachadas vecinas de Neudorf; la gama de verdes combina con los parques cercanos y el celeste remite a un edificio contiguo al cementerio.