La obra, a cargo de LKM arquitectos (Andrea Lanziani, Ben Kaplan, Agustín Melillo), forma parte de la ya extinta categoría de zonificación R2b1, y se suma a una larga trayectoria de variaciones de esta tipología, que había logrado establecer una alternativa al edificio de departamentos entre medianeras, propio del lote característico y angosto de Buenos Aires.
El proyecto indaga la experiencia de construir un edificio que articula la lógica del emprendimiento comercial con el aporte urbano surgido de la redefinición de la densidad y el uso del suelo de los viejos PH, con su microclima de patios y pasillos abiertos. Así, las unidades recuperan su condición de casa a través de una reinvención de la cualidad y la dimensión de los espacios comunes.
El proyecto, pequeño y autogestionado, se vio beneficiado por la implementación de correspondencias directas entre las intenciones de diseño, su viabilidad económica y su concreción, alojando así una búsqueda de lo artesanal dentro de la escala doméstica.
Hacia el exterior, el edificio consolida la línea municipal de una cuadra de antiguos plátanos, produciendo un mayor grado de permeabilidad en la planta baja. Las vigas de hormigón visto, también presentes en edificios de la manzana, se expresan como antepechos continuos que segmentan al edificio en bandas horizontales.
Las vigas se alternan con marcos metálicos, construyendo una ventana corrida de bordes biselados y borrando los límites entre unidades.
Por detrás, los vacíos de balcones, ventanas y planos ciegos son tratados como una sucesión cromática de colores terrosos combinando diferentes rugosidades, desde los tonos más oscuros y lisos hasta los más vibrantes y texturados de los aparejos verticales de ladrillo. Los plátanos de la calle Maure, los fondos con jardines de la manzana y las tipas que asoman desde la calle Newbery, en cambio, completan una paleta de tonos verdes que imprime sus matices en balcones y palieres.
Hacia el interior, los antepechos de hormigón se enlazan con las pasarelas, formando un patio marcado por la variación de los muros de mampostería vista: un plano en voladizo protege las visuales desde las circulaciones hacia las ventanas más próximas de las cocinas, una criba en falsa escuadra oculta la intimidad de un baño, la continuidad del plano se perfora para dar lugar a un espacio intermedio previo al acceso a las viviendas de los últimos niveles.
De esta forma, el ladrillo se constituye en el material y la unidad de medida de los dispositivos que median entre lo colectivo y lo íntimo, estableciendo continuidades de texturas a lo largo de todo el edificio e imprimiendo el tono y matiz del paisaje interior.