En el año 2013, la municipalidad de Montpellier lanzó un concurso para diseñar una torre que, por medio de sus atributos, funcionara como emblema de la ciudad y enriqueciera el patrimonio arquitectónico. El proyecto debía adaptarse a su entorno inmediato e incluir en su programa tiendas, viviendas y espacios públicos.
De esta manera, el equipo de diseño, integrado por Sou Fujimoto Architects, Nicolás Laisné, Dimitri Roussel y OXO Architectes, ideó un edificio inspirado en un árbol, con balcones que se ramifican del cuerpo y generan sombras que protegen su fachada. La cercanía del Río Lez y el estilo de vida mediterráneo inspiraron a los arquitectos a lo largo de la fase de diseño.
El proyecto se centra en la dimensión humana, creando espacios públicos en la parte inferior y superior del edificio.
La planta baja es un espacio vidriado que se abre hacia la calle, mientras que el techo cuenta con un bar abierto al público y zonas comunes para los residentes, de modo que los propietarios de los departamentos del primer piso también puedan disfrutar de las vistas que ofrece el edificio.
Las terrazas privadas en voladizo de 7,5 m forman parte de las numerosas innovaciones técnicas de L’Arbre Blanc. Los balcones y pérgolas incentivan la vida al aire libre y permiten un nuevo tipo de relación entre los vecinos.
Cada departamento cuenta con un espacio exterior de al menos 7 m² (el más grande es de 35 m²). Las distintas opciones de distribución de circulaciones verticales para los dúplex y un sistema de macetas ofrecen múltiples niveles de privacidad entre vecinos.
Los espacios exteriores funcionan como salas de estar, equipadas y conectadas a las viviendas, permitiéndoles a los residentes vivir tanto dentro como fuera, aprovechando la luz solar que la ciudad recibe durante la mayor parte del año.
Las proporciones de los balcones enfatizan la idea de abrirse hacia el exterior, al igual que las hojas se despliegan en busca de la luz solar. Las terrazas forman un velo de protección eficaz para la fachada, proporcionan sombra y disipan los vientos sesgados.
Los arquitectos expresaron una visión muy específica en relación con los espacios colectivos de este proyecto de uso mixto.
El edificio de diecisiete plantas participa plenamente de la vida de la ciudad, es accesible a todos los habitantes de Montpellier y va camino a transformarse en un nuevo hito arquitectónico y en una atracción turística.