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A orillas del río Spree, en Berlín, se encuentra un conjunto de edificios y un jardín, integrados naturalmente en el entorno industrial. El jardín, dispuesto entre las ruinas media entre una galería de arte y estudio de un artista, una casa, un garaje y un depósito.
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Buscando preservar su carácter salvaje, el conjunto da cuenta de un pasado inquietante asociado con la estética de la ciudad, particularmente la de la era posterior a la caída del muro de la década de los 80/90, pero también a la posibilidad de percibir las complejas capas de historia y memoria que Berlín ha atestiguado y soportado de diversas formas.
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Las ruinas que dan nombre al jardín son los restos de un cobertizo para botes de la posguerra que perteneció a la Wasserschutzpolizei (policía del agua), de la República Democrática Alemana, y que en el momento de la subasta todavía estaba completamente intacto.
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Sin embargo, erradicarlo por completo iba en contra del enfoque del proyecto; de manera que el edificio devino en un jardín amurallado, pero con vistas liberadas hacia el cielo.
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Las incisiones en los muros fueron el resultado de líneas cuidadosamente planificadas, marcadas directamente en cada pared, posterior a un trabajo de modelado en 3D. Los resultados no pretendían ser un mero telón de fondo para las plantas, ni las plantas se consideran adornos decorativos para elementos escultóricos más dominantes.
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Una chimenea intacta en la esquina sureste se cierne sobre los restos de azulejos de lo que alguna vez fueron habitaciones cerradas. Los interruptores de luz, los accesorios y las tuberías originales, que ahora están expuestos, parecen trascender su propia mundanidad y llaman la atención, discrepando ligeramente con la vegetación que se acumula debajo y disipando cualquier vestigio de las antiguas ruinas cubiertas de hiedra.
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Los restos del suelo de hormigón dan paso al césped, a partir del cual las cuatro esquinas del edificio parcialmente demolido dan forma al área. La forma geométrica del césped recuerda a los caminos que se abrieron a través de una espesura de arbustos.
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Plantas perennes, hierbas y árboles como el abedul y el zumaque de cuerno de ciervo conforman la frondosa vegetación. El espíritu pionero de las plantas requiere una domesticación continua para garantizar que la naturaleza no recupere por completo la tierra o la arquitectura. Bloques de hierbas altas y plantas como la equinácea y el phlox (ambas elegidas por sus cualidades pioneras) cruzan a lo largo de sus bordes.
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