Arquitectura Apple

Geografías de la red vs. geometrías de la disyunción

Maria Yue Ma, Technoscapes. Make America Great Again (2018). Materia electiva "Building Silicon Valley", Universidad de Cornell, otoño 18, profesora: Lina Malfona.

En el siguiente texto, publicado originalmente en PLOT 47, la arquitecta doctorada en diseño arquitectónico Lina Malfona, explora los sistemas de tecnología corporativos y multinacionales que sirven a un mercado global y desafían, por medio de su sede central, las nociones de espacio virtual y físico, de conexión y separación, de centralización y colonización.

Deleuze escribió: “En la sociedad de control la corporación ha reemplazado a la fábrica, y la corporación es un espíritu, un gas”.[1] Esta afirmación describe la naturaleza inmaterial de la noción de corporación, negando de algún modo sus raíces arquitectónicas al presentarla como una entidad en perpetua “metaestabilidad”.[2] Pero si una corporación se define por medio de sus flujos inmateriales, también puede ser descripta por las bases territoriales de sus nodos, legibles en la propia sede de la empresa. Hoy en día, mucho más que en el pasado, la intensa red de conexiones en línea parece tener sus propias zonas fortificadas: los campus de IT, los laboratorios de investigación y las sedes de los gigantes de internet aparecen como nodos físicos de producción de tecnologías digitales y fomento de la conectividad global, pero también como nuevos bastiones de control y poder. Una suerte de militarización hace de estos centros lugares inaccesibles y fortificados, lo cual, paradójicamente, produce un modelo espacial que, en vez de conectar, separa. Entre las compañías multinacionales de tecnología, Apple es el ejemplo fundamental de una corporación que sirve a un mercado global y que, al mismo tiempo, desafía, por medio de su sede central, las nociones de espacio virtual y físico, de conexión y separación, de centralización y colonización.

El diseño unido a la estrategia comercial: el liderazgo de Jobs

Desde los inicios de la historia de Apple, la idea de una máquina autónoma, perfectamente montada y completa, fue un punto clave para la compañía, que en la actualidad sigue siendo ampliamente reconocida por sus dispositivos seguros: cajas fortificadas, protegidas de los ataques virales. En efecto, Apple es una de las pocas compañías de IT del mundo que parece confiar en su propia autonomía como filosofía del trabajo, la gestión y el marketing, y es también la única compañía que ha sido distinguida por esa filosofía. Bajo el liderazgo de Steve Jobs, la creencia en el atractivo universal de las formas geométricas desnudas y la fe en la revolución del software, junto con un fuerte espíritu empresarial, contribuyeron al éxito de Apple Inc. La estrategia de Jobs consistió en diseñar productos innovadores y atractivos, simplificando y condensando al máximo los modelos de Mac.[3] Cada parte del proceso debía ser cuidadosamente coreografiada y diseñada, incluyendo la caja, el embalaje, los cables y otros accesorios. En una conversación que tuvo lugar en 1981, Jobs dijo que la Macintosh debía ser “como un Porsche”, evocando un himno futurista sobre el poder de las máquinas.[4] Otro aspecto interesante de la estrategia de Apple puede observarse en sus campañas gráficas y anuncios publicitarios. Tomemos, por ejemplo, el spot “Think Different” (1997), dirigido por Ridley Scott para la agencia de Los Ángeles TBWA/Chiat/Day, que ofrecía un panorama de hombres talentosos que cambiaron la historia de la humanidad: Picasso, Frank Lloyd Wright, Martin Luther King Jr. y Paul Rand. Siguiendo un modelo bien conocido de perfeccionar, revertir o revolucionar conceptos anteriores, Apple homenajeó a IBM al modificar el eslogan y la marca registrada “THINK”, utilizado por primera vez por Thomas J. Watson en 1911.[5]

Mirando las presentaciones de Jobs de productos Apple a comienzos de 2000, es interesante observar con qué frecuencia utiliza la palabra “arquitectura” al referirse a la estructura interna de sus productos revolucionarios, situados en una intersección entre tecnología y diseño. Si bien Apple ha creado un imperio de productos autónomos y bien diseñados, también ha extendido su identidad y su estilo a sus edificios corporativos, que siguen los lineamientos de la compañía: en este sentido, sus espacios también se convierten en productos Apple. Parecen delinear un estilo peculiar –que podemos llamar Arquitectura Apple–, basado en un sentido del diseño consciente de sí, figuras geométricas minimalistas y una celebración aparente de la transparencia, empleadas como una suerte de publicidad o una forma de propaganda.

Características de la arquitectura de Apple

Podría parecer contradictorio que en la era de la conexión global, que promete nuevos horizontes de democracia y libertad, el símbolo de Apple sea una figura exclusiva y autoreferencial: el círculo. El círculo, que alude a la seguridad, a la protección y, en fin, a la autonomía, se extiende a todos los productos, procesadores o edificios de Apple. Cuando la rueda giratoria se detiene la descarga está completa y el software listo para ser ejecutado. El logo de configuración de un dispositivo Apple es un engranaje; para acceder a la pantalla es necesario pulsar el botón central, un círculo. El círculo es, además, la imagen del plan para el campus de Apple en Cupertino, California: tanto del antiguo campus, conocido como “Infinite Loop”, diseñado por Hellmuth, Obata & Kassabaum en 1993, como del nuevo, Apple Park, diseñado por Foster + Partners.

Foster & Partners, Apple Park, Cupertino, 2013. Vista general. Fotografía Daniel L. Lu (usuario: dllu) [CC BY-SA 4.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)]. Fuente Wikimedia Commons (https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Aerial_view_of_Apple_Park_dllu.jpg).

Evidentemente, la metáfora del anfiteatro remite a la arena global, que representa el intercambio de información a través de infraestructuras digitales. Sin embargo, esta figura tiene también ciertas implicaciones políticas y económicas. De hecho, la corporación Apple encarna la idea de un nuevo pragmatismo basado en la eficiencia organizativa en la lucha contra la competencia, el control de la información en internet y el intercambio de esta a través de infraestructuras de comunicación. Por lo tanto, la geometría del círculo representa una idea universal de conectividad global, y también el encierro y una centralización autosuficiente.

El 7 de junio de 2001, durante una reunión con el concejo municipal, el fundador de Apple, Steve Jobs, presentó en persona al municipio de Cupertino el diseño del Campus2 de Apple, destinado a albergar a veinte mil personas y diseñado como una suerte de nave estelar posada sobre Silicon Valley. El edificio parece una máquina hiperinnovadora destinada a causar efectos desestabilizadores en el entorno, según las propias palabras de Jobs.[6] Esta descripción identifica al edificio como un espacio heterotópico, como la nave descripta por Foucault; un espacio necesario, quizás conceptual, lleno de energía creativa y destinado a la mejora de la realidad.[7]

Norman Foster, que diseñó el campus con los tempranos aportes de Jobs, parece concebirlo como una suerte de invernadero de alta tecnología con forma de anillo, que incluye un hortus conclusus. Según Foster, el primer punto de referencia de Jobs fue la Universidad de Stanford, diseñada por Frederick Law Olmsted hacia 1888. Stanford era tanto un modelo arquitectónico como urbano, concebido según la tradición del campus estadounidense como una comunidad utópica, e inspirado en la integración del trabajo y la vida en el recinto monástico. Su primer esbozo de diseño revelaba una modesta disposición circular de edificios situados en las colinas al sur del actual Quad (1886), pero la última propuesta era una composición más formal, que planteaba un diseño ambicioso organizado alrededor de dos ejes ortogonales (1888).[8] Lo realmente notable es que el plan de diseño es el enlace entre el Quad interno y el Quad externo, un anillo doble de edificios discretos, conectados mediante un complejo sistema de arcadas. Desde arriba, esta interconexión de espacios hace que el patio central se parezca a un castillo, con voluminosas paredes de piedra (los pabellones del campus) y senderos (los patios enmarcados por pabellones). En cierto modo, el proyecto se convirtió en “arquitectura urbana”, algo que podría considerarse tanto la característica más importante de la arquitectura de Stanford como la más cercana a la visión de Jobs: el círculo como expresión de la totalidad, como los patios cuadrangulares interconectados del campus de Stanford.

Apple encarna la idea de un nuevo pragmatismo basado en la eficiencia organizativa en la lucha contra la competencia, el control de la información en internet y el intercambio de esta a través de infraestructuras de comunicación. El círculo representa una idea universal de conectividad global, encierro y autosuficiencia.
Frederick Law Olmsted, The Leland Stanford Jr. University Plan, 1888 (publicado en David Schuyler, Gregory Kaliss, y Jeffrey Schlossberg [eds.], The Papers of Frederick Law Olmsted, Baltimore: Johns Hopkins University Press, 2015, p. 394).

Luego de la idea inicial de forestar solo las laderas al sur de la universidad, Leland Stanford expresó un deseo más ambicioso: crear un bosque universitario y universal, un arboretum compuesto de distintas especies de plantas que rodeara el campus. Como veremos, esta propuesta fue sustituida en la iteración de Foster y Jobs por un jardín interno en el centro de Apple Park. En este caso, el bosque que rodea la arquitectura ha sido reemplazado por un hortus conclusus, en el cual podrían trasplantarse y protegerse una serie de especies vegetales locales en un asilo: un nuevo tipo de abadía en la era digital.[9]

Podemos rastrear los orígenes de este espacio interior en dos campus corporativos estadounidenses: el de los laboratorios Bell Telephone en Holmdel, New Jersey (1962), diseñado por Eero Saarinen y Asociados, y en el de la sede central de la Fundación Ford en Nueva York (1963-68) de Kevin Roche, John Dienkeloo y Asociados. Todo el espacio de trabajo de los laboratorios Bell fue acondicionado artificialmente: los pasillos que bordean el muro cortina externo abarcaban laboratorios y oficinas, al igual que el anillo en Apple Park. El punto de comparación más atractivo se encuentra en los primeros bosquejos hechos por Saarinen, que pueden verse como un conjunto de estudios topológicos destinados a investigar la relación entre el interior y el exterior, y entre contigüidad y separación. Si bien la propuesta final se dispuso alrededor de un atrio cruciforme, las primeras maquetas estaban organizadas en torno de un espacio central abierto.[10] Aunque el proyecto de laboratorios Bell, tal como fue construido, se desvió de los bosquejos iniciales, la propuesta inicial de un atrio verde, equipado con plantas tropicales, parece reflejado –años más tarde– en el plan del hortus conclusus de Apple. La organización de las áreas de estacionamiento fue decisiva en el diseño del edificio de Apple, ya que contribuyeron a definir la forma definitiva del proyecto, que se percibe como una poderosa figura elíptica, que en cierto modo recuerda la centralidad de los primeros modelos de diseño. Saarinen construyó otro edificio cerrado para un campus corporativo: el Domo de Diseño en el Centro Técnico de General Motors en Warren, Michigan. El domo está estructurado según un plan circular, en el que tanto las oficinas como las instalaciones se ubican en torno de un espacio central de exposición futurista, donde se prueban los automóviles antes de salir de GM. Al trabajar para pioneros de la obsolescencia programada, como Bell, IBM y General Motors, Saarinen tuvo que mediar las aspiraciones de permanencia de la arquitectura con la fecha de caducidad incorporada de los dispositivos móviles. Sin embargo, aunque afirmaba que sus edificios corporativos parecían productos industriales exaltados, los concibió como cualquier cosa menos como un hogar permanente para Bell, IBM y GM.[11] De hecho, el Domo que diseñó para IBM fue recientemente renovado, luego de sesenta años, y sigue siendo perfecto en su función.

Kevin Roche, John Dinkeloo y asociados, Sede central de Ford Foundation, Nueva York, 1963–68. Fotografía Cc2723 [CC BY-SA 4.0 (https://creativecommons.org/licenses/by-sa/4.0)]. Fuente Wikimedia Commons (https://commons.wikimedia.org/wiki/File:Interior-Ford_Foundation-01.jpg).
Podemos remitirnos a la posición de Kenneth Frampton, que describió el exclusivo edificio de la Fundación Ford como “una casa de valores y buenas intenciones de la Ivy League, dedicada a la repartición de beneficios privados para el bien público, a escala hermética en un mundo irreal”.

La sede central de la Fundación Ford desarrolla su arquitectura corporativa alrededor de un patio, alterando la tipología estándar del piso técnico al crear un jardín interno sin precedentes, dispuesto en torno de un invernadero artificial y controlado automáticamente. El objetivo, tal como dijo Roche, fue articular “un sentido de identificación del individuo con los objetivos e intenciones del grupo”.[12] Podemos remitirnos a la posición de Kenneth Frampton, que describió el exclusivo edificio de la Fundación Ford como “una casa de valores y buenas intenciones de la Ivy League, dedicada a la repartición de beneficios privados para el bien público, a escala hermética en un mundo irreal”.[13 De manera reveladora, el invernadero hipertecnológico en forma de anillo de Apple presenta las mismas características: parece hermético, sin escala y utópico. Está formado por bloques radiales para las instalaciones y organizado alrededor de ochenta compartimientos [pods] en cada uno de los cuatro niveles concebidos como espacios de trabajo abiertos con asientos configurables; el restaurante es el único lugar que no encaja dentro del esquema de compartimientos.

En algunos aspectos, el anillo de Apple puede compararse con otro edificio diseñado por Norman Foster como parte de la Universidad de Stanford: el Centro de Ciencias Biológicas James H. Clark. Con el propósito de encarnar un espíritu colaborativo de investigación interdisciplinaria, el Centro Clark presenta la misma idea de vacío central que el anillo de Apple, sobre el cual se asoman todas las ventanas del edificio.[14] Más aún, en el centro de su patio circular abierto, alberga dos salas en las cuales los científicos pueden reunirse, compartir y presentar sus proyectos. La primera de las salas está marcada por un círculo dibujado sobre el suelo; la segunda, al igual que el teatro de Apple Park, es una sala de reuniones situada debajo de la primera.

Hay muchas historias vinculadas a tesoros enterrados u ocultos en una caja y a la magia de lo que contienen. El Museo del Tesoro de la Catedral de San Lorenzo, en Génova, diseñado por Franco Albini entre 1953 y 1956, es una cueva subterránea que alberga una colección de joyas y vajilla de plata. Partiendo de la boletería y la librería, situadas en la sacristía de la Catedral de San Lorenzo, un breve tramo de escaleras lleva de la entrada a las cuatro salas del Museo. En términos arquitectónicos, este edificio compuesto por una serie de figuras circulares recuerda al teatro de Apple Park en Cupertino. Este último es un cilindro que emerge de la planta baja como una vitrina de cristal, que ofrece un duplicado en miniatura del gran edificio central. Desde afuera solo se observa una pequeña parte de todo el teatro, que se esconde bajo tierra: la vitrina de cristal es solo un umbral, un preámbulo en la planta baja que precede al sótano, donde se desarrolla el espectáculo. También actúa como una especie de vestíbulo de cristal preliminar, donde los visitantes pueden purificarse antes de ingresar a la “experiencia Apple”.

Del panóptico a la colonización

La figura del círculo parecería encajar en el ethos de ciertos lugares de culto y trabajo, precisamente porque expresa la necesidad de proteger la actividad específica que se lleva a cabo en el interior desde el exterior. Sin embargo, el círculo contiene exitosamente y excluye incisivamente. En este sentido, mi referencia a la Universidad de Stanford no es puramente instrumental, ya que refleja la mayor tradición del campus norteamericano como una ciudad por fuera (o por dentro) de la ciudad, como la Universidad de Virginia en Charlottesville, diseñada por Thomas Jefferson en 1817. Si el campus es una suerte de ciudad en miniatura, también es, en buena medida, una parte independiente de la propia ciudad. Desde ya, el modelo del campus no puede percibirse como un fragmento de la ciudad, en la medida en que constituye una ciudad alternativa, un tanto introvertida, exclusiva y reconocible.

Foster & Partners, Centro de Ciencias Biológicas James H. Clark, 2003. Fotografía Lina Malfona.

De manera análoga a las Salinas Reales de Chaux, de Claude Nicolas Ledoux (1773-75), representadas como una nave espacial injertada en la ciudad, el anillo de Apple Park desatiende el territorio donde parece haber aterrizado temporalmente, pese a sus profundos cimientos. Ledoux suele poner sus diseños en contacto abrupto con el paisaje: los cubos y esferas que aparecen en L’Architecture son claramente objetos artificiales cuya artificialidad alude a una expresión purificada de la naturaleza. Sin embargo, en el léxico de Ledoux, la arquitectura dominaba y contemplaba el campo, siguiendo el modelo del mirador, mientras que el anillo de Apple es un elemento ciego de vigilancia.

Foster & Partners, Apple Campus 2, Cupertino, 2013. Fuente Google Earth, © 2018.
Claude Nicolas Ledoux, Salina Real de Chaux, 1773–1775. Implantación general.

El diseño urbano no es el único punto de contacto entre Ledoux y los productos de Apple. Un principio abstracto de autonomía podría ser considerado como un trait d’union entre ambos, no solo con respecto a la unidad de diseño sino también al tipo de trabajo que se realiza en este tipo de espacios. En su ensayo “Diseño revolucionario”, Antoine Picon afirma que Ledoux proponía la racionalización de la producción mediante una espacialización rigurosa, y que “la idea de la vigilancia, facilitada por el énfasis elíptico, jugó un rol crucial, ya que la mirada del director se dirigía a la vez a las distintas etapas de la producción”.[15] Pero esta vigilancia, escribe Picon, hubiera sido totalmente ineficaz si no hubiera existido consenso entre los trabajadores y el director. Así, si la elipse –o, mejor, el círculo– es una forma de vigilancia, también podría considerársela la forma del contrato social: “la fábrica y sus alrededores eran el marco de una representación social perfectamente ajustada; la elipse y el círculo también hacían referencia a la noción de una comunidad transparente”.[16] Jobs evocó la misma transparencia, afirmando que diseñó el campus como un anfiteatro que debería ser un símbolo de la sociabilidad.[17] Aunque Apple Park alberga una comunidad de producción de otra especie –una comunidad integrada por trabajadores inmateriales– comparte algunas similitudes con las Salinas Reales de Chaux.[18] Pero si el segundo proyecto de las Salinas –una figura en forma de elipse– era morfológicamente semejante al anillo de Apple, el primero –un edificio con forma de castillo– revela una analogía tipológica más profunda. En este caso, todas las instalaciones de la fábrica estaban dispuestas en un cuerpo cuadrangular, creando –de acuerdo con Antony Vidler– una “forma tipográfica” que unificaba todas las necesidades de la comunidad dentro de un diagrama único, al igual que el círculo de Apple.[19]

A semejanza del diseño de Ledoux, la estrategia de Apple se basa en la centralización como corolario de la colonización. De hecho, mientras Ledoux diseñaba una red de viviendas y servicios que encarnaban la intención de explotar sistemáticamente el territorio circundante, la compañía Apple utiliza sus propias tiendas como “centinelas” del gusto del consumidor, intercaladas dentro de los nodos del mercado global. Las residencias y talleres prototípicos situados en el bosque de Chaux, en la intersección de los senderos peatonales diseñados por Ledoux, se asemejan a la noción de colonización que Apple despliega en la arquitectura de sus tiendas. De hecho, el objetivo de las fabriques de Ledoux no era solo reafirmar el dominio de la fábrica en el campo, sino también reformar los hábitos de los “hombres toscos” de la región. De la misma manera, Apple intenta hacer que los consumidores adopten su modo de pensar a través de su presencia física en la ciudad y de medios virtuales de persuasión visual y psicológica. (Consideremos la directiva del eslogan publicitario de Apple, “Think different”).

Es posible, aunque provocador, trazar una comparación formal entre los pabellones de Ledoux y las tiendas de Apple. Ledoux diseñó cada residencia como un espacio comunitario, alrededor de un área principal de dos pisos, con calefacción y un horno de cocina en el centro. El prototipo de la tienda Apple, con el centro ocupado por mobiliario específico para la exhibición de computadoras, podría considerarse un espacio análogo. Uno de estos elementos de mobiliario, la Genius Bar, parece una adaptación del mostrador del conserje de un hotel Four Seasons, que los empleados de Apple –encargados de probar y reinventar el concepto de tienda comercial en el siglo veintiuno– consideraron la mejor experiencia al cliente.[20] En la casa de Ledoux para el guardabosque –una jaula abierta en la cual las paredes son reemplazadas por columnas cuadradas– nada obstruye la vista de este panóptico rural. Esta permeabilidad visual podría considerarse estrechamente ligada a la transparencia total de la tienda Apple. Pero en la tienda encontramos una especie de control opuesto: lo que cuenta allí es la posibilidad de mirar hacia adentro.

Claude Nicolas Ledoux, Salina Real de Chaux, 1773–1775. Planta de la primera propuesta rechazada por Luis XV en 1775.

En cualquier caso, aunque parece posible trazar una analogía puramente conductual entre las Salinas de Ledoux y Apple Park de Foster, una comparación estructural es prácticamente insostenible. En el proyecto de Foster, un círculo abstracto simplifica la tipología del anfiteatro, una referencia que probablemente alude al teatro al que Jobs asistía a conciertos en Oakland, en vez del arquetipo romano.[21] La entrada del edificio ha perdido su función arquitectónica, y permanece como un espacio de transición, delimitado finalmente por los sistemas de vigilancia. No se despliegan dispositivos arquitectónicos ni hay contraste entre luz y sombra; por último, una especie de frialdad sin tensión atraviesa los pasillos y penetra en los espacios de trabajo. Nos encontramos en una suerte de espacio mecanicista, un espacio en el cual las estructuras arquitectónicas pueden colocarse en el suelo sin tener en cuenta el peso o las medidas, en el cual los edificios pueden ser igualmente transparentes en ambos lados, en el cual la arquitectura expresa el flujo del dinero sin fricciones y en el cual la propia geometría puede ser operada como una marca.

¿Ciudad utópica o jaula dorada?

Evidentemente, el hecho de que Apple cuente con diecinueve mil empleados en su nueva sede de Cupertino, y 110.000 en el resto del mundo, demuestra que el campus de la era digital no es solo la  ciudadela tecnológica de la comunidad empresarial, concentrada en un solo lugar, sino un collage de fragmentos dispuestos a lo largo de varios circuitos internacionales.[22] Sin embargo, con su nuevo campus, Apple enfatiza la necesidad de la compañía de difundir su presencia en la economía mundial a través de la certeza física de un monumento a la arquitectura perdurable. La necesidad de las culturas corporativas de contar con “monumentos supertecnológicos” (tal como Manfredo Tafuri describió este tipo de edificios en 1970) parece seguir viva y, nuevamente, este enfoque demuestra que la ubicación física de una empresa aún transmite una apariencia de poder.[23] Por ello, el símbolo más perdurable de Apple quizá no sea ya la manzana de sus productos, sino el círculo icónico de su campus en Silicon Valley.[24] Hasta cierto punto, Apple Park revertirá lo que Reyner Banham denominó “Silicon Style”, aludiendo a la arquitectura informal al estilo Google que caracteriza al circuito de treinta millas del valle de Santa Clara, desde el sur de San Francisco hasta San José.[25] Ahora que la nave espacial está aterrizando, la región va a sufrir la irrupción de algo distinto de lo que los hackers llaman “juego serio”. Lejos de las predicciones desmaterializadas de Deleuze está surgiendo un objeto, ya no dispuesto según patrones informales, temporales y flexibles, sino de acuerdo con espacios especializados, seguros y jerárquicos, flujos claros y controlados.

Maria Yue Ma, Technoscapes. The Greatest America Ever (2050). Materia electiva "Building Silicon Valley", Universidad de Cornell, otoño 18, profesora: Lina Malfona.

[1] Deleuze, Gilles. “Postscript on the Societies of Control”. October, número 59, invierno 1992. p 4.

[2] In En electrónica, la condición de “metaestabilidad” identifica las habilidades de los sistemas electrónicos digitales para persistir en equilibrio precario durante un tiempo ilimitado. Ver, Bovier, Anton; den Hollander, Frank. Metastability: A Potential-Theoretic Approach. Berlín: Springer, 2015.

[3] Rotenberg, Jonathan. “Personal Computing 1984: PC Pragmatists, Macintosh Visionaries and the Future of Portability,” Computer History Museum, 2 de noviembre de 2016, http://www.computerhistory.org/atchm/personal-computing-1984/.

[4] Ver Price, David A. The Pixar Touch: The Making of a Company. Nueva York: Alfred A. Knopf, 2008. p. 83–85.

[5] Ver los anuncios “THINK”en An Empire Built on Punched Cards, Computer History Museum, http://www.computerhistory.org/revolution/punched-cards/2/12/98

[6] “Steve Jobs Presents to the Cupertino City Council,” YouTube, June 7, 2011, https://www.youtube.com/watch?v=gtuz5OmOh_M.

[7] Ver Foucault, Michel. “Of Other Spaces: Utopias and Heterotopias,” Architecture/Mouvement/Continuité, no. 5 (octubre 1984): p.  49.

[8] Ver Joncas, Richard; Neuman, David J. y Turner, Paul V. Stanford University. Nueva York: Princeton Architectural Press, 1999, p. 2-12.

[9] El jardín interno remite nuevamente a las heterotopías foucaultianas: parece ser una versión profana de un espacio sagrado, continuo como un anillo pero desconectado del contexto, en un desapego espiritual, como condición para la autonomía intelectual, científica y artística. En el tercer principio de su ensayo “De los espacios otros”, Foucault describe el jardín como [un lugar donde] “toda la vegetación debía repartirse dentro de este espacio, como en una especie de microcosmos”. Ver, Foucault, Michel. En “De los espacios otros: Utopías y Heterotopías”, p. 49.

[10] Ver Reinhold, Martin. The Organizational Complex. Architecture, Media, and Corporate Space. Cambridge, MA: The MIT Press, 2003. p 193–197.

[11] Saarinen, Aline B. Eero Saarinen on His Work. New Haven y Londres: Yale University Press, 1962.

[12] Ver Scott, Felicity. Outlaw Territories, chapter I. Instruments of Environmental Control. Cambridge, MA: The MIT Press, 2016. p 52.

[13] Frampton, Kenneth. “A House of Ivy League Values”. Architectural Design, julio de 1968. p 305-11.

[14] El Clark Center fue inaugurado en 2003, y diseñado por Foster + Partners en colaboración con MBT Architecture.

[15] Picon, Antoine. French Architects and Engineers in the Age of Enlightenment. Cambridge, UK: Cambridge University Press, 1992. p. 280-281.

[16] Ibidem.

[17] Ver Isaacson, Walter. Steve Jobs. New York: Simon & Schuster, 2011. Considérese también la presencia del Shoreline Amphiteater en el área de Silicon Valley, descripta por Reyner Banham. Ver Banham, Reyner. “La Fine Della Silicon Valley,” Casabella 539, 1987: p. 42-43.

[18] Para una definición de trabajador inmaterial, ver Lazzarato, Mauricio. Immaterial Labor, en Radical Thought in Italy: a Potential Politics, eds. Paolo Virno y Michael Hardt. Minneapolis: University of Minnesota Press, 1996. p. 132–141.

[19] Ver Vidler, Antony. The Scenes of the Street and Other Essays. Nueva York: The Monacelli Press, 2011. p. 152–161.

[20] Estos experimentos se llevaron a cabo en un almacén alquilado por Apple, cerca del campus en Cupertino, donde se construyó el primer prototipo en 2001. Ver O’Grady, Jason D. Apple Inc.: Corporations that Changed the World. Westport, CT: Greenwood, 2009. p. 53-54.

[21] Ver Isaacson, Walter. Steve Jobs. Nueva York: Simon & Schuster, 2011. p. 368–76.

[22] Ver Downey, Rosie. “Technology Employers in Silicon Valley, Ranked by Local Employee Headcount” Silicon Valley Business Journal, 3 de junio, 2016.

[23] Tafuri, Manfredo y Dal Co, Francesco. Architettura Contemporanea. Milán: Electa Editrice, 1979. p. 103; Tafuri, Manfredo “Lavoro Intellettuale e Sviluppo Capitalistico,” Contropiano 2, 1970. p. 241-281.

[24] Téngase en cuenta el impacto de la novela distópica de Dave Eggers, The Circle (San Francisco: McSweeney’s, 2013)

[25] Ver Banham, Reyner. “Silicon Style,” Architectural Review, número 169, mayo 1981. p. 283-90.

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Lina Malfona es arquitecta, doctorada en diseño arquitectónico y urbano, y profesora del College of Architecture, Art and Planning de la Universidad de Cornell. En 2007 fundó su oficina de arquitectura Malfona Petrini Architetti, junto a Fabio y Simone Petrini con quienes ha construido más de diez viviendas en la campiña romana.

Sus obras y escritos han sido publicados en Il Poligrafo, Gangemi, Quodlibet, The Plan, The Avery Review, Architectural Record, Anfione e Zeto, Paesaggio Urbano, Rassegna di Architettura y Urbanistica, y Ananke.

 

Es autora de los libros Tra Rome e il Mare (2014), Il Tracciato Urbano (2012), y Per una definizione del progetto (2010), y ha editado junto a Franco Purini el libro Antonio Sant’Elia. Manifesto dell’Architettura Futurista (2015).

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