Este pequeño departamento, producto residual de la fragmentación de una propiedad construida en la década del 50 en el barrio de Chacarita, configura una ochava en primer piso con visuales tan abiertas hacia el exterior como expuestas a la mirada curiosa desde la calle. Estos tres factores, sumados a la voluntad del comitente de habitar un espacio luminoso y flexible, determinaron la estrategia de proyecto.
La demolición de los pocos elementos construidos en el interior del espacio, permitió la homologación no calificada del mismo, dejando por fuera solo un pequeño baño. La apertura completa del muro que conformaba la ochava permite ampliar visual y funcionalmente el espacio de uso.
La incorporación de cerramientos espaciados ofrece un dispositivo nuevo, un diafragma capaz de expandir el uso del apartamento en verano y contraerlo en invierno, un colchón térmico que, por su geometría y textura, asumirá la responsabilidad de velar la intimidad del Camarín.
Sobre los dos muros restantes se despliega un mueble que contiene una pequeña cocina, heladera y lavarropas, que expande y da acceso al baño existente, organiza los tendidos técnicos, espacios de guardado, equipamiento y da cobijo a la cama y escritorio que se relacionan con el resto del ambiente a través de una biblioteca.