El conjunto de vivienda multifamiliar de veinte unidades está ubicado en un lote céntrico, sobre una de las calles paralelas al eje norte-sur de la ciudad de Campana. Se trata de una urbanización extendida de baja densidad, en el noreste de Buenos Aires y a la vera del río Paraná, dentro de la región de la Pampa Ondulada. El lote de doble ancho abre su frente al espacio abierto del campo de deportes, que habilita vistas amplias hacia y desde la avenida.
El edificio se articula a partir de un basamento extendido en todo el terreno, y de un cuerpo principal de cinco niveles, concentrado en la porción frontal de la parcela. El basamento presenta dos sectores: el primero, sobre el frente, que resuelve los accesos vehiculares y peatonales; y el segundo, sobre el fondo, que organiza dos niveles de cocheras.
Sobre el frente, un jardín de acceso retira el volumen de la línea municipal y lo aproxima a las líneas de edificaciones retiradas de las casas linderas, para atenuar su impacto a escala peatonal. En el contrafrente se posiciona un patio, y sobre los laterales unos retiros mínimos que permiten iluminar y ventilar las circulaciones del edificio de forma natural.
El conjunto se estructura a partir de una doble crujía de viviendas con patios terrazas, que aprovechan el sol del este y el oeste, y las vistas a la avenida y al corazón de la manzana. El núcleo de ascensor y escalera lineal que completa la organización del edificio, dispuestos sobre el lateral norte del perímetro, favorecen la relación de los espacios comunes con el exterior.
La repetición alternada de viviendas y patios terrazas organiza al frente y al contrafrente un patrón en damero de llenos y vanos que configura una textura reconocible a escala urbana. Asimismo, una serie de operaciones locales facetan el volumen inicialmente prismático, consolidando su carácter masivo y tallado.
Los facetados indexan diferencias programáticas y contextuales sobre las distintas caras del prisma: en la cara del frente y el contrafrente, dos ligeros chanfles les hacen lugar a los árboles existentes y suavizan dos esquinas diagonalmente opuestas del volumen. En la fachada norte, la mitad delantera del plano se orienta ligeramente hacia el este para estilizar la proporción de esta cara del edificio.
En la parte superior del volumen, el achaflanado perimetral del paramento configura una suerte de mansarda que resuelve la baranda de la azotea. Por su parte, la envolvente continua de ladrillos permite controlar el asoleamiento y las visuales de los distintos espacios mediante una textura y permeabilidad variables.
El cerramiento exterior se resuelve a partir de la reinterpretación de una tecnología propia de la cultura local: la mampostería a la vista. El ladrillo, de amplia y extensa difusión en la región, constituye una solución técnicamente confiable, económicamente asequible y sustentable desde el punto de vista ambiental.
A partir de la ductilidad organizativa de los aparejos, este material posibilita, además, el desarrollo de un amplio espectro de configuraciones superficiales aplicables a diferentes desempeños térmicos, lumínicos y visuales.
La envolvente perimetral está organizada a partir de variaciones del aparejo de soga y de transiciones entre los aparejos de soga y tizón, habilitando todo un gradiente de permeabilidad y textura variable.
La gradación genera el pasaje continuo entre el muro ciego, empleado como simple cerramiento, y las mamposterías de calado y relieve variable, utilizadas como quiebravistas y/o parasoles de las ventanas.