La casa, proyectada en una zona costera del estado de Sergipe, se diseñó inicialmente para el verano, pero pronto se convirtió en la residencia principal de la familia.
El emplazamiento se eligió priorizando que no hubiera vecinos que bloqueen la ventilación de la vivienda, estrategia importante para garantizar un confort térmico eficaz en esta región del país.
El proyecto se divide en dos bloques: un pabellón principal que alberga la mayor parte del programa y uno secundario, vinculado al primero, configurado por una losa poligonal, que contiene un área gourmet, servicios y el garaje.
El bloque principal, a su vez, contiene dos volúmenes internos funcionales, como refugios dentro de un refugio, ambos de carácter íntimo, separados entre sí por el programa social de la casa, que comprende la cocina integrada, el comedor y la sala de estar.
Este bloque se protegió con una gran cubierta a dos aguas, que proporciona una amplia altura de techo para los usos sociales.
Las decisiones de diseño se adaptan a las limitaciones locales de exceso de luz solar. Así, para proteger la casa se utilizaron aleros, balcones y parasoles, entre otros.
El diseño destaca por el uso versátil del ladrillo macizo, que, junto con la madera y el cromatismo blanco predominante en las paredes, recorren todo el edificio y establecen una condición de perpetuidad y facilidad de mantenimiento a lo largo del tiempo.
Los brise-soleil móviles se utilizan para filtrar la luz solar y actúan también como cerramientos de la casa. Su permeabilidad contribuye a que, incluso cerrados, mantienen activa la ventilación en el interior.
Por otro lado, el paisajismo impregna las zonas internas y externas de la casa y se desarrolla de distintas maneras en relación con las especies elegidas.