El proyecto se sustenta en la memoria del lugar, reinterpretando la atmósfera y la materialización de su arquitectura vernácula. Al igual que los graneros de la zona, la casa se eleva sobre un lote vacío, liberada en todos sus límites. La hierba crece de acuerdo con el paso de las estaciones, lo que permite que el ganado pueda pastar. La terraza principal está situada en la parte superior de la casa, lejos de las miradas indiscretas y, al mismo tiempo, ofrece una vista única sobre la aldea “La Place”, en Ayent, en el Valais central de Suiza.
El techo de la casa, desplazado longitudinalmente y libre de toda estructura de soporte intermedia, parece flotar sobre el volumen de la vivienda, lo que pone en relieve su función principal, esto es, cubrir las funciones inferiores.