El proyecto consiste en una reforma de una construcción de una sola planta, situada en un terreno de 75 metros cuadrados, ocupando 2/3 del mismo. La disposición de la casa se relacionaba de forma directa con un árbol de 9 metros de alto, un ficus, en su fachada suroeste.
El desafío consistió en transformar lo existente en una vivienda para una familia de tres integrantes. Así, se creó una nueva planta para albergar las zonas privadas del programa y se liberó la planta baja. Ambos niveles se conectan mediante una escalera que antes era exterior y que ahora tiene un papel protagónico dentro del proyecto.
La casa existente presentaba una relación con su patio que se manifestaba a través de las texturas de los materiales utilizados, en particular el revoque tipo salpicré, que luego fue restaurado, transformándose en una huella de lo anterior. Este material dio pie a que en la planta nueva se generara una textura lisa, creando así un diálogo que se manifiesta en recorridos internos y externos.
Su fachada principal, con ubicación suroeste, gestó la creación de una lucarna en la esquina noreste que actualmente alimenta con luz toda la casa y resalta la textura del antiguo material de terminación. Esta lucarna coincide con la escalera principal de la casa y potencia el espacio de trabajo de la vivienda que balconea a esa misma escalera.
Existía una voluntad expresa de darle prioridad a los espacios más sociales de la vivienda y enfatizar el vínculo entre interior y exterior, estableciendo entre éstos relaciones directas. Por tanto la primera operación consistió en liberar la planta baja en su totalidad, dejando una cocina integrada con el living y conectada, a su vez, con el patio de acceso.
Adicional a esto se planteó una nueva escalera exterior que da continuidad a la escalera existente y crea un recorrido vertical que conecta con la terraza nueva, la cual queda parcialmente protegida con la copa del ficus del acceso principal, a modo de pérgola natural.
Las aberturas de madera, de cedro macizo estacionado, junto con el mobiliario de la casa, de cedro, paraíso y guatambú, fueron diseñadas y construidas en su totalidad en el taller propio del estudio del arquitecto, lo que permitió realizar diferentes pruebas y pensar el mobiliario directamente relacionado al proyecto para crear una buena calidad espacial y enriquecer el proceso de construcción de la obra.
La intención principal fue crear una sensación de resguardo y a la vez enfatizar la percepción de la entrada de luz, generando, con las distintas aberturas, sombras y texturas que cambian a lo largo del día y el año.