Su terreno, situado en el fondo de un valle, no ofrece un horizonte visible, la potencia del paisaje se da por el gran espacio delineado por la copa de los árboles.
Superponiendo la pendiente natural del solar con los claros existentes, se establecieron descansos a medio nivel. La casa se organiza sobre estas mesetas a través de su corte longitudinal, con los usos colectivos más próximos a la calle y los usos privados hacia el fondo.
El movimiento que establece el nivel de piso garantiza el carácter espacial de las diferentes estancias de la casa, con sus columnas variando en relación a la cubierta horizontal.
Una terraza suspendida cubre el garaje, de las mismas dimensiones que los dormitorios, pero en espejo. Un arreglo en donde la arquitectura se hace eco de la geografía del valle.
La geometría de la casa es ortogonal, de acuerdo con su estructura prefabricada de madera.
La geometría del jardín se establece mediante curvas, buscando la forma estructural más eficiente para los muros de contención y el adecuado encaje con los árboles.
Todos los ambientes poseen al menos dos accesos, reafirmando la idea de recorrido circular.
La austeridad formal de la casa contrasta con el perfil grácil de las terrazas circulares, sugiriendo una inversión en la lógica tradicional de subordinación del sótano al edificio. En este caso, la regularidad de la cubierta es lo que sustenta la variedad del diseño de los niveles.