Art Pavilion M. surgió de un concurso destinado a la construcción de un museo temporal de Land Art y Multimedia, impulsado por Almere, una ciudad de Flevoland en los Países Bajos construida en la década de 1980. Flevoland es la duodécima y última provincia de los Países Bajos, una tierra que antes fue mar y en los años 20 se transformó en tierra de cultivo. Los fondos marinos de la zona, vastas zonas de lodo que había que explorar, creando o alterando los ecosistemas, se transformaron en campos.
Así, las islas que pertenecían al mar devinieron en tierra firme, los marineros se convirtieron en trabajadores de la tierra y desaparecieron las ecologías marinas junto con sus habitantes: peces, mariscos y algas.
A lo largo de los años, la historia cambiante de las negociaciones entre la tierra y el mar ha dado lugar a proyectos contemporáneos de Land Art, como el Marker Wadden y el IJssellog, que surgen como hitos en el territorio. Otro ejemplo es Floriade, la exposición hortícola diseñada por MVRDV, contexto de la intervención de Studio Ossidiana.
Los arquitectos imaginaron el museo como una secuencia de elementos. El primero fue concebido como un “puerto”, un círculo que encierra una masa de agua, un espacio dedicado a nuevas formas de conservación y cultivo de plantas acuáticas, en el que pueden atracar barcos en el perímetro exterior, o presentarse obras de arte en el interior.
El segundo elemento es una plataforma que opera como una isla, y es a la vez una terraza y un escenario para espectáculos sobre el agua, conciertos o exposiciones al aire libre.
El pabellón del museo, un tercer círculo sobre el agua y tangente al paseo, es una estructura ligera cilíndrica de madera y policarbonato que encierra las salas de exposición, a la manera de un invernadero flotante.
El interior está envuelto por una cortina que, mediante una serie de formas recortadas, deja filtrar la luz. Ello crea una fachada permeable, orientada en un eje norte-sur, que sigue las alineaciones planetarias: las cuatro ventanas miran al amanecer y al atardecer, en eje con los solsticios de invierno y verano.
La historia de la región vuelve a hacerse presente en los materiales empleados. La terraza, hecha de conchas marinas locales y materiales agrícolas, filtra el agua de lluvia y proporciona un espacio para las aves de Almere.
La historia de la región vuelve a hacerse presente en los materiales empleados. La terraza, hecha de conchas marinas locales y materiales agrícolas, filtra el agua de lluvia y proporciona un espacio para las aves de Almere.
En el interior, el mostrador está poblado por una serie de objetos de arcilla expandida y carbón vegetal, y los suelos con conchas marinas. De este modo, el proyecto conforma una suerte de planetario en el interior y un calendario marítimo en el exterior.
“Pensamos el museo de arte terrestre y multimedia de Flevoland como un lugar para exponer e interactuar en el agua, para funcionar como un puerto para el arte, pero también literalmente como un puerto, donde los barcos o las instalaciones pueden atracar; un lugar que seguirá siendo público incluso cuando el museo esté cerrado, para circunnavegar en canoa, pescar y nadar en verano, y patinar sobre hielo en invierno.”
Studio Ossidiana