
La ampliación del Museo de Arte de San Pablo Assis Chateaubriand (MASP) propone una intervención necesaria y respetuosa alineada con su crecimiento institucional y su proyección pública. El nuevo Edificio Pietro Maria Bardi –diseñado por METRO Arquitetos Associados junto a Neves Arquitetos– constituye la mayor expansión física desde que Lina Bo Bardi erigió su icónico edificio sobre la Avenida Paulista en 1968.


Con catorce niveles y 7.821 metros cuadrados de superficie, el nuevo volumen incrementa en un 66% la capacidad expositiva. Se presenta como un prisma sobrio, apoyado sobre un basamento transparente que preserva la continuidad visual del célebre vão livre: la planta libre del MASP. Una envolvente de placas metálicas perforadas y plegadas actúa como una “piel” protectora: controla la entrada de luz natural, reduce la carga térmica interior y mejora la eficiencia energética, aliviando la exigencia sobre el sistema de climatización. Además de sus funciones técnicas, este revestimiento genera una volumetría pura y regular, en diálogo con la pieza original de Bo Bardi y coherente con el carácter funcional y simbólico de la ampliación.

Inspirado en la tipología de museos verticales –como ciertos referentes neoyorquinos– el edificio organiza el recorrido de los visitantes desde los niveles superiores hacia la planta baja mediante un sistema de ascensores y escaleras. Estas últimas fueron concebidas como espacios de tránsito generosos, con ventanas que permiten el ingreso de luz natural y paneles de vidrio cortafuego que evitan la sensación de encierro, transformándolas en áreas abiertas de circulación pública.

Con el fin de integrar el funcionamiento de ambos edificios, el proyecto incorpora un túnel subterráneo que optimiza los flujos de visitantes y el traslado de obras. También se trasladará la boletería al subsuelo del nuevo edificio, recuperando para el vão livre su condición original de espacio público abierto, tal como lo concibió Lina Bo Bardi.

El nuevo volumen se apoya en una estructura preexistente de los años cuarenta, adaptada a las exigencias museográficas mediante un proceso meticuloso de demolición parcial y ampliación estructural. Se eliminaron entrepisos completos y se duplicaron alturas para generar salas flexibles con grandes vanos, sin alterar agresivamente el entorno inmediato. Esta operación –combinación precisa de demolición y obra nueva– evidencia la capacidad de San Pablo para reinventarse desde lo construido. La excavación del túnel subterráneo representó uno de los desafíos técnicos más exigentes.


El proyecto rinde homenaje al edificio original de Lina Bo Bardi a través de decisiones materiales cuidadosamente estudiadas. Los pisos de madera negra remiten al piso oscuro del MASP. La piedra basáltica –presente en la vereda y la escalera del edificio original– reaparece en esta intervención. El hormigón visto, sello inconfundible del diseño de Lina, refuerza esta continuidad. Mientras tanto, la fachada metálica cubre la estructura hasta una cierta altura y la planta baja se reviste en vidrio transparente, manteniendo una sensación de apertura y vínculo con el entorno. Al abrirse las puertas del ascensor, se ofrece una vista directa a las galerías, sin muros intermedios, replicando la conexión inmediata entre el público y las obras que caracteriza la sala de pinturas del MASP.

La certificación LEED, junto con sistemas de climatización y luminarias de alta eficiencia, garantizan estándares internacionales de conservación y una reducción significativa de la huella energética.
Además de incorporar nuevas salas de exhibición, aulas, talleres y espacios de encuentro, la ampliación redefine al MASP como un organismo activo, capaz de crecer sin desdibujar la premisa original de Lina Bo Bardi: un museo abierto, transparente y en diálogo constante con su ciudad.